Fábulas y Cuentos
Tiene huevo el Carnaval
El director del colegio estaba furioso, su coordinador igualmente lo estaba y algunos docentes morían de rabia, mientras a ciertos acudientes se les caía la cara de vergüenza. La mayoría de los estudiantes sonreían socarronamente, pero los más descarados lo hacían a carcajadas.
- ¡Qué significa todo esto! Gritó enrojecido el director, un señor gordito con cara de buena gente. ¡Bautista controle a esos demonios de estudiantes! ¡Que cada profesor identifique por lo menos a uno de los que están tirando huevos! ¡Qué es todo esto! no se cansaba de dar gritos.
Desde el estrado del coliseo un grupo de estudiantes lanzaba huevos, harina, esencias y papelitos a los asistentes; …y ahí todo fue un maremágnum. La gente corría, los profesores se amparaban con sus maletines y hasta debajo de la sillas se vieron obligados a refugiarse algunos invitados.
Controlado el “motín”, el acto prosiguió hasta su culminación, pero ya habían llegado a la oficina de la coordinación los primeros denunciados y supuestos sospechosos del agravio.
Lo extraño era que todos los reportados llegaban vestidos con ropas antiguas; "como las que se usaron en el siglo 18", dijeron las decenas de estudiantes que fisgoneaban detrás de la ventana grande que daba para el patio de la escuela.
-¡Y usted Restrepo!, dijo con severidad el coordinador, ¿acaso fue que olvidó el compromiso firmado la semana pasada? Restrepo palideció, nunca había olvidado que ya tenía acumulada varias entradas a la coordinación y lo peor, estaba reseñado en el libro de faltas. El último ingreso fue el año anterior y tuvo que rendir indagatoria a propósito de unas pocas hostias que él, con un grupo de compañeros, se comieron, extrayéndolas del cáliz que el párroco de la iglesia del barrio había olvidado en el altar improvisado para una celebración de aniversario de la escuela. Por esta falta, fueron llamados sus padres y si no es por las monjitas que acompañaban al párroco de la iglesia lo habrían expulsado.
-"Mire señor coordinador, es un niño; fue una inocencia infantil", decían las monjitas muy preocupadas por Restrepo. Pero ahora, de ésta seguramente no se salvaría; no estaban ellas allí acompañándolo en su desgracia y en verdad, alcanzó a exclamar, que se sentía muy desamparado. Es más, sus compañeros lo acusaban de haberlos inducido al lanzamiento de huevos; "El nos dijo que eso era para mostrar las competencias de ciencias sociales", afirmó sollozando Mauricio, que era según algunas maestras, uno de los más aplicado del curso.
¿Por las competencias?, Gritó su directora de curso, ¿y ahora como debo entender esto? Explíquese Restrepo que usted es el que más está envainado.
Y Restrepo explicó: -La profe de sociales nos puso un trabajo sobre el carnaval que el alcalde quiere organizar en Bogotá. Todo lo hicimos como lo leímos en la enciclopedia de historia. Que en Santafé celebraban en el siglo 18 unas carnestolendas; que comenzaban el domingo antes del miércoles de ceniza y que desde la esquina de El Cedro, dos cuadras arriba del Camarín del Carmen, hasta la iglesia de la Peña desfilaban los disfrazados; que desde los balcones las gentes tiraba huevos huecos rellenos de harina y perfume a los transeúntes para animar el carnaval. Y como los profes siempre nos han dicho que las competencias se aprenden viviéndolas, entonces nos vestimos como se vestían ellos y remedamos lo que las gentes hacían durante el desfile de los disfraces.
Profe, ¡le juro que yo no inventé eso! Que pena, yo no tengo la culpa de haberlo leído.